Recientemente en biblioteca los mangos en reunión con la Alianza Metropolitana de Seguridad y Comercio, el meteorólogo Víctor Manuel Cornejo, la voz más calificada en toda la bahía para hablar del tema, presentó una conferencia acerca del cambio climático y los riesgos a los que se enfrenta nuestra región por la cada vez más incierta, temporada de ciclones.
Los que hemos vivido ya durante décadas en este hermoso puerto, hemos notado que dichas temporadas de lluvias han sufrido cambios muy notables en poco tiempo. De ser muy copiosas, han pasado ser de menor intensidad y duración, lo que, aunado a la deforestación masiva, provoca que los mantos friáticos no alcancen a rellenarse y provoque las impensadas temporadas de escasez de agua, algo que nunca llegué a pensar que sucedería en nuestro puerto.
Hace apenas un año, el huracán “Lidia” nos mostró el camino que no debemos seguir y “Otis”, en Acapulco, lo que es jugar a la ruleta rusa con la naturaleza.
Y miren, sin ser experto en el tema, es simplemente sentido común: los ríos Pitillal y Cuale, llegan a estar sin gota de agua. Tres dedos de frente se necesitan para saber que algo anda mal.
La mancha urbana crece de forma descontrolada, grandes edificios y cada vez más pavimento impiden la filtración del agua, asentamientos en zonas federales con complicidad de las autoridades de los tres niveles, tala de árboles sin ningún motivo… los “cochupos” a la orden del día. Sumémosle nuestra apatía como sociedad ante semejantes aberraciones, dan como resultado el “cambio climático”, perfecta excusa de quienes hacen de la tierra un gran negocio.
En México, en palabras de Víctor Cornejo, se han perdido en México el 60% de los bosques por los incendios, muchos de ellos provocados, la plantación excesiva de agave para la producción de bebidas espirituosas, quema de superficies para sembrar, etc., algo sumamente grave, ya que le estamos heredando a nuestras futuras generaciones, caos y destrucción. ¿Existe alguna solución al respecto? Por supuesto que sí, desde sembrar más árboles, hasta imponer en las escuelas y colegios materias referente al cuidado de la naturaleza, así como conferencias y seminarios.
Hace unas semanas tuve la dicha de estar en un hermoso lugar llamado Haraveri, una zona boscosa en San Sebastián del Oeste, una reserva natural de bosque mesófilo o de neblina, donde se cuida y se protege a los árboles y plantas originarias. Créanme, no hay nada más gratificante que el contacto directo con la naturaleza. Ahí un grupo de biólogos expertos comandados por Mónica Rivas, los guiará por los senderos llenos de vida del parque.
En Biblioteca Los Mangos los niños, jóvenes y adultos que asisten al recinto, pueden vivir el ejemplo de lo que hablo: jardines bien cuidados, frondosos árboles, pequeñas plantas rescatadas, etc.
Hagamos desde ya y de manera individual, conciencia del problema, so pena de sentarnos a llorar nuestra falta de empatía a la sombra, no de un árbol, sino de una torre de condominios, de esos que brotan como la mala yesca por todos lados.