A lo largo de la historia, el regreso a casa ha sido un tema recurrente que evoca sentimientos profundos de nostalgia, pertenencia y renovación. Desde las epopeyas antiguas hasta las narrativas modernas, el viaje de regreso a casa ha tomado múltiples formas, cada una reflejando las experiencias y valores de su tiempo.

Uno de los ejemplos más emblemáticos acerca del regreso a casa, es «La Odisea», la obra maestra de Homero. La historia de Ulises, el héroe griego que, tras la Guerra de Troya, enfrenta innumerables peligros y aventuras para regresar a Ítaca, su hogar, es un relato atemporal sobre la perseverancia y el deseo de pertenencia. Ulises encuentra monstruos, dioses y tentaciones, pero su anhelo por su hogar y su familia lo impulsa a seguir adelante. Su regreso simboliza no solo el retorno físico, sino también el viaje emocional hacia la identidad y la reconciliación.

Desde que decidí dejar mi hogar, en el año 1986 y explorar distintos y lejanos territorios, nació en mí la convicción de que la casa de mis padres ya no sería mi casa. Explorar otras tierras, su gastronomía, formas de pensar diferentes, montañas, mares y climas desconocidos para mí se convirtió en prioridad.

Más que acumular riquezas materiales, prioricé la acumulación de experiencias antes de radicar y laborar en ciudades tan contrastantes como Mexicali, Cd. De México, Guadalajara, Durango, Tepic, entre otras y en cada una de ellas conocí personas tan interesantes que recuerdo con cariño, ya que dejaron una imborrable huella en mi ser. Cabe decir que mis mejores experiencias las he tenido en esta hermosa ciudad de Puerto Vallarta en donde radico actualmente desde 1998.

A pesar de los diversos lugares que me han abierto los brazos, siempre ha existido un momento en común, por lo que cuento los días para que suceda: el regreso a casa.

Como estudiante, las vacaciones escolares representaban para mí, el retorno a la seguridad, a los míos, a la buena alimentación, escapar de la rutina estudiantil y, sobre todo, abrazar a mis padres. Ya en mi vida profesional las vacaciones se acortaron, pero la dicha siempre es la misma por ver a toda mi familia reunida. Claro que, para otras personas, volver a casa puede que tenga un significado diferente, pero estoy seguro que a la mayoría de las personas que abandonan el hogar por estudios o trabajo, les sucede algo similar.

Amanecer, en mi caso, con el frescor de la mañana y una humeante taza de café o atole recién preparado por las amorosas manos de mi padre, mientras que mi madre me llama al desayuno, no tiene parangón. Voltear a ver mi maleta aún sin vaciar y acomodar y caer en cuenta que ya no irás a la oficina por unos días, sino que te puedes quedar dormido un rato más, sin duda, es un deleite.

Pasar el desayuno con la familia reunida y seguir tomando café en la pequeña mesa de la cocina donde nos acurrucamos todos para platicar nuestras experiencias y planear el día, no tiene precio. Planear con viejas amistades un reencuentro, salir a los viñedos, recibir el sol en la cara, estrenar ropa de invierno, visitar familiares, cuando no es en mi caso, es un regalo divino.

Especialmente en esta temporada de Navidad y Año Nuevo, en que el espíritu compulsivo de la mercadotecnia nos avasalla, los detalles imprescindibles son garbanzos de a libra. Millones de personas viajarán por tierra, mar y aire para disfrutar de unas merecidas vacaciones o reunirse con sus familiares. Espero que, mientras, estimado lector, que tú también tengas la dicha de encontrar lo único verdaderamente importante: el amor y la unión familiar.

¡Felices fiestas!»**

(Director de Biblioteca Los Mangos Centro Cultural.)